Unos haikus y adiós

 Empecé este blog con ganas e ilusión, algo que puse en todo lo que inicié al llegar a EA Llotja tras haber concursado desde mi plaza de Filosofia definitiva. Los comienzos son emocionantes, ofrecen cambios y, lo que es más interesante, posibilidades nuevas. 

No digo que no las encontrara, pero poco a poco se fueron desvaneciendo ante la carga de trabajo enorme que suponía preparar cuatro materias comunes y no contar con absolutamente ningún tipo de apoyo (ni recursos didácticos, ni compañeros) para impartir la lengua castellana. La herencia dejada era penosa por lo inexistente. Salí adelante como pude, pero no bien. Afectó mi salud, además de dejarme un poso de insatisfacción importante tras el primer curso. El segundo fue académicamente mucho mejor. Me proveí de recursos y dediqué todo el tiempo que hizo falta a preparar las clases y los materiales de estudio para los alumnos. La salud recibió un triple impacto muy negativo, pero logré -logramos, los estudiantes y yo- cumplir con todo lo que se exigía. Sean cuales sean los resultados de la evaluación de la prueba de lengua castellana de las PAU, estoy muy contenta de haberlo logrado, aunque tenía claro que no podía continuar otro curso sometida a este exceso de trabajo. Para que quien lea esto se haga una idea, le diré que había de evaluar por partida doble a 58 alumnos de 1º de bachillerato y a 54 de 2º. Esto hace un total de 224 notas por trimestre, notas que se consiguen con diferentes pruebas, actividades y trabajos de evaluación. La media de corrección entre unos y otros es de 4 por alumno. Multipliquen. 

Por tanto, me despido de impartir lengua castellana por el exceso de trabajo. La oportunidad de impartir clases de mi lengua en mi lengua ha sido un regalo, aunque también me ha permitido hacerme una idea de los obstáculos que impiden alcanzar un nivel medio alto en el actual sistema educativo catalán. A todas luces el número de horas es insuficiente para los objetivos que hay que alcanzar. No practicar la lengua en ninguna otra actividad académica tampoco ayuda, más bien al contrario. No se llega a adquirir un nivel culto de ninguna lengua ni en la calle, ni en internet, ni en ningún otro lugar que no sea el aula, salvo que la familia sea una instancia formativa potente y completa, salvo que hábitos como el de lectura devengan placeres y prácticas sostenidas en el tiempo. Me ha resultado muy sorprendente que el profesorado de lengua castellana acepte esta situación, claramente discriminatoria para una lengua oficial. Ya sabemos cuál es la razón. Sin embargo, no olvidemos que entender o explicar no es justificar. Para otros dejo esta batalla y vuelvo a mis clases de Filosofía en el que será probablemente mi último año en la docencia. Con una tutoría y unas materias de ESDAP se completará mi horario durante el próximo curso. La despedida de la docencia sé que me llevará una reflexión bien profunda y espero que también elaborada. Pero tendrá lugar en otro espacio y en otro tiempo. 

Sirva esta entrada de despedida de un blog que no ha sido lo que planeé en un inicio, que queda perdido en la World Wide Web como una botella con mensaje lanzada al mar. 

La última actividad de curso de 1º de bachillerato fue la elaboración de haikus de los cuatro elementos, un trabajo creativo y cargado de sensibilidad con el que me despido de este frustrado proyecto de blog de lengua castellana. Si Alaska cantaba que no eran buenos tiempos, los de entonces, para la lírica, habrá que decir que tampoco lo es el de ahora para los blogs de aula en el reinado de las redes sociales cada vez más escuetas e imperiosas, en las que todo sea más bien ver que dar que pensar. Pero, se mueve... Sí, pese a todo, los jóvenes mueven y se mueven. He aquí una pequeña muestra. Ciao. 





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